miércoles, 19 de marzo de 2008

más/ un muerto viviente!



Ayer me topé con un alma perdida. Pero no de esas que andan divagando después de dejar su paso en la tierra, no; una peor. Porque por lo menos en aquella, por el hecho de ya no estar en su cuerpo habitual y fuera del plano viviente, se encuentra perdida; confundida por todo lo que está pasando. Pero este vivo, éste penosamente aun palpando todos los componentes escenciales que nos ofrece la vida, cree fielmente en la tonta ilusión de que aquellos plásticos/marcas/objetos, carecentes de verdadero valor, son los que ayudan al ser humano ser un SER HUMANO.


Después de salir del estado de shock al reconocer que el motivo de esa llamada fue simple y sencillamente para pavonarse sus nuevas adquisiciones – que francamente, esas cosas ni me quitan ni me ponen- paso a entrar a un estado pena -y sí, un poco de risa-. Cómo es que una persona puede, realmente, creer que una marca tiene el poder de tapar lo que para muchos es visible? Es qué acaso porque tengas un Rolex significa que eres mejor persona? Y si es así, entonces en que posición puede estar uno que posea un Cartier?.


Más que a ellos, repugno a las personas que le dan vida a los infelices de tal mentalidad. Aquellas que se les abre los ojos al oir la lista publicitaria de alta calidad que -increiblemente- estos magnates logran mencionar “sin querer” en las conversaciones. Esos son los que deberíamos multar, por su conducta irracional que causa serio daños a las almas debiles de esta sociedad tan materialista.


Y a los otros, a ellos deberíamos de secuestralos. Y dejarlos en una isla remota; sin carros, sin relojes, sin zapatos de diseñador ni celulares caros. Sin nada que lo pueda distraer de la belleza natural. Solo dejarlos con la simple tecnología de un radio, unos cuantos cd de reggae del viejo Bob – bueno, ok, los dejaría por lo menos llevar su música preferida-, un buen libro, el privilegío de llevar sus seres queridos más cercanos, unos cuantos juegos, buena comida y bebida, y una cámara para capturar toda esa belleza. Dejarlos desintoxicandose por lo menos por un mes, para que al volver le encuentren un poco más de sentido a este corre-corre de la vida, que nos lleva tan rápido y nos presentan tantas cosas para llenarnos los ojos, que a veces nos obstruye el camino hacia el auténtico nirvana.


P.S: lamentando tener que oir esta actitud de aquella persona que, pensé, era tan diferente, proseguí a realizar una serie de oraciones a su nombre y pedirle a Dios, no asustarme de nuevo con esos muertos vivientes!.

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